El kiosko amaneció con las portadas de luto. Tres al hilo fue el comentario de las gentes limeñas, quienes con gestos adustos comenzaron a teorizar sobre la vida y la muerte. Los decesos de
Michael Jackson,
Farrah Fawcett y, en nuestro país,
de la cantante vernacular Alicia Delgado han desplazado el tema de debate sobre los caídos del cinco de junio en Bagua y los responsables de este suceso.
Toda muerte es de por sí lamentable, desafortunada, un infortunio de ese ente llamado destino al que estamos sujetos sin saber qué nos pasará al día siguiente. Pero, son en verdad ¿Tres al hilo?¿Por qué no decir que son más de miles al hilo, o es que estoy siendo políticamente incorrecto? Es decir, qué tienen en común Michael Jackson, Farrah Fawcett y Alicia Delgado: que son personas como cualquiera de nosotros. Pero son los medios quienes parecen dictaminar qué valor darle a cada persona. Michael Jackson, más que Alicia Delgado, es la muerte más sufrida en la Lima ingrata, según un rápido sondeo en los medios. De todas maneras, el género siempre subestimado de la música folclórica, en nuestro país, lamenta con lágrimas y no poca tristeza el fallecimiento de la cantante peruana.
Por otro lado, niños mueren día a día en el mundo, abandonados padeciendo, desde sus tempranos días, hambre, pobreza y, encima, tener que soportar la indiferencia de la mayoría de personas, quienes creen que todo está bien. Miles de personas mueren ya sea por sida, por cáncer; por error de un mal cálculo médico, por inanición, por no tener los recursos necesarios para costearse su salud; por falta de ayuda; por incapacidad y abandono del Estado. Y aquí nadie dice nada. Preferimos voltear la página.
No pretendo dramatizar las cosas, sino proponerlas en claroscuros que nos permitirán dilucidar mejor el tema de fondo. Es decir, ¿qué está pasando? Hoy, los medios desplegaron grandes coberturas sobre el fallecimiento de Michael Jackson, en contraste con el deceso de Alicia Delgado. Si está bien, Michael es el rey del pop, pero también casi el rey de los pederastas si hablamos con toda la información en mano. En cambio, Alicia Delgado, bien o mal, es una compatriota que, dentro del mundillo vernacular, se ha sabido ganar sus frejoles, sin niños de por medio. Lo sé, nadie es quien para juzgar a nadie, ni quiero dármela de moralista: todos tenemos errores, tanto en el pasado como no estaremos exentos de aquellos en los venideros tiempos. Entiendo, en todo caso, que cada medio tiene pues su visión del mundo, su manera de ver las cosas y que eso influye en su agenda, pero esta, al parecer, no difiere cuando se trate de temas como la concertación entre peruanos. De una manera no poco sútil, el mensaje ha sido: Michael merece portada porque es americano y Alicia Delgado ahí nomás cholita te doy la página de policiales.



(Solo
El Trome le dedicó una portada respetable)

La indiferencia, pues, parece no un valor agregado de la persona, sino una característica del ser humano, que se aisla en su círculo y no se plantea alguna pregunta sobre el estado de cosas. El cuestionamiento, la duda, plantear el debate no están contemplados en la legitimidad. Por ello, la represión en todas sus formas aparece para acallar las voces que plantean el diálogo. Por eso, me río cuando dicen que no hay racismo, que no hay discriminación e indiferencia; que, en todo caso, se ha reducido; por favor, estoy en una universidad donde se respira ese airecillo de mirar sobre el hombro a los demás como un simple muestreo del universo de la Lima made in Meche Aráoz que ha calificado de salvajes e ignorantes a nuestros compatriotas de Bagua...hagánme el favor.