martes, 21 de julio de 2009

Sí (otra vez) culpable

Lima amaneció sobre un aguacero y tan grisácea e insípida como de costumbre. Sobre este panorama, fue que el kiosko, apenas, mostró solo dos periódicos con sus portadas en donde destacaban la sentencia al ex dictador nipón Fujimori, mientras los otros seguían en esa viciosa humareda del crimen del estilista Marco Antonio y otras menudencias. En fin, la vieja teoría de que cada medio posee su agenda y la distinción entre lo importante y lo interesante: !oh paradigmas!

La condena por siete años y medio al ex dictador Alberto Fujimori dictada por el tribunal presidido por el, ahora considerado una suerte de heróe nacional, César San Martín, sigue marcando el precedente de que los crímenes se pagan en el marco de la ley. Así pues, Fujimori, aunque solo cumplirá la sentencia de 25 años por crímenes de lesa humanidad dictada anteriormente, se ve más arrinconado y deteriorado en su rollo de "pacificador del país". Seguirá un nuevo juicio y, lo más probable, es que este señor que nos lorneó, maniateó como títeres y con roche por diez años se siga deprimiendo en su interior.

La justicia peruana: entelequia y maridaje, derivantes de la utopía y de aquel mundo ideal, del cual casi no nos es permitido entrar, parece abrirnos algunas de sus puertas para asomarnos y ver algunas ínfulas de justicia. El status de la justicia peruana sigue en deuda: las aceitadas, conversaciones en el lobby de Palacio y sendos faenones han sido nuestro pasivo. Hay chamba por hacer: no solo correspondiente al Estado, principal ente responsable por supuesto, sino a los mismos medios de comunicación junto con la ciudadanía que no debe descansar en su rol de vigilancia a las autoridades. No solo, pues, las elecciones son la única forma de participación...

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