miércoles, 1 de julio de 2009

Muertes: el pasivo de García

"Las deudas viejas no se pagan y las deudas nuevas hay que dejarlas envejecer" era la sentencia y, no menos firme convicción, del, tal vez, broadcaster más representativo de la fauna televisiva peruana: Genaro Delgado Parker. De esa televisión que, de un tiempo a esta parte, no propone temas sino se estanca en la magalización de la noticia: los dimes y diretes. En fin, sin temas que sean relevantes para una sociedad como la nuestra que, realmente, la necesita y de manera urgente. No es que la propuesta pase por ser solo una televisión educativa; en todo caso, la función educacional es tarea del gobierno, pero eso no exenta a los medios de proponer algunos temas de fondo, por más heridas que se abran o, por más, no políticamente correctos que sean.

A pesar de que esto puede formar parte de un discurso moralizador, se tiene que insistir en el tema para no quedarse en una crítica, como algunos señalan, adrede, sin soluciones y- ahora muy de moda- "financiada por Chávez" !Por Dios!

Con la vorágine informativa en torno al deceso de la cantante foclórica, los temas politiqueros han pasado a un plano desenfocado. Otra vez, entra en polémica la noción de noticia como interesante o importante. El crimen pasional de la cantante genera más controversia, tanto así que hasta el decano de la prensa le va dedicando portadas e informes enteros. Pero, con todo esto, se archivó el file de Bagua y, con ello, el conteo de los muertos aún por investigar. La sangre llegó al río y no trajo piedras.

"Las muertes viejas (ayer: Lurigancho y El Frontón) no se pagan y la muertes nuevas (hoy: Bagua) hay que dejarlas envejecer" sería la consigna de este gobierno que, aprovechando la distracción de las mayorías, se da tiempo para armar teorías conspirativas en las protestas sociales en el interior del país.Así,el oficialismo desprestigia a los movimientos y organizaciones sociales que tratan de hacer escuchar su voz y no obtienen respuesta alguna de la capital del perro del hortelano. Maritza Espinoza dijo al respecto en su columna:

"La directiva del Ministerio del Interior habría sido tajante: la prioridad absoluta de la Policía Nacional era detener, a como dé lugar, al ciudadano Pedro Mamanchura, considerado pieza clave en el asesinato de Alicia Delgado. Sólo faltaba el úcase “Vivo o muerto”. ¿Por qué de pronto tanta diligencia en un caso que, si bien tenía ribetes escandalosos, no comprometía la gobernabilidad ni la seguridad nacional?

Sin duda, no era casualidad que, al día siguiente (ayer), la ministra del Interior, junto al premier Yehude Simon, estaría en riesgo de ser censurada por el Parlamento. Nada como la oportuna captura del sujeto de marras para garantizar que, fuera cual fuera el resultado de la votación, los medios no dieran demasiada cobertura al incómodo tema político."

En el Pleno del Congreso, ayer, por una cuestión meramente burocrática y técnica, no se logró la mayoría para aprobar la moción de censura contra Yehude Simon y Meche Cabanillas. En fin nadie se hizo responsable. No me vengan con eso de la ya asumida responsabilidad política. Ahora, los ministros, sentados y muy cómodos, estarán en sus mullidos sillones ministeriales leyendo sobre el caso Abencia, mientras más conflictos se desatan en el país; mientras el país entra a una peligrosa polarización; y mientras que la investigación de lo sucedido el cinco de junio es encubierta por sangre compatriota: esa horrible leguleyada abogadil de la prescripción.

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