viernes, 11 de junio de 2010

Perfil helénico


Nadie me puso una Beretta para que aliente a Grecia. Mucho menos, su embajada financia mi hinchaje. Esto lo dejo en claro, sobre todo, por algunos cuestionamientos que ponen en duda mi real fanatismo hacia una selección, insisto, aparentemente novel, debilucha y fútil.

¿Por qué, de la misma manera, no se fiscaliza a nuestros compatriotas, simpatizantes de Argentina, Brasil, Holanda, Italia, Alemania, en fin selecciones, si bien mediáticas, con una verdadera historia para contar y de nunca acabar, en sus peripecias mundialistas? ¿Quién determina qué modelo o cuál equipo seguir? Acaso, también ¿hay una manera políticamente correcta de ver el fútbol? ¿El fútbol caviar?

Grecia tiene dos participaciones, con esta, en los torneos mundiales. No es que me victimice pero, vamos, ya tengo nueve años alentando a este poco conocido equipo y tener que escuchar los mismos reparos te pueden llegar a cansar un rato. Insisto, cuando por vez primera, alenté a Grecia, ya sabía de su escaso palmarés. Una retahíla de burlas, befas y caricaturizaciones al por mayor amenazaban con menoscabar mi particular fijación. Pero, bah!, me importaba un bledo. Bien sabía a lo que me metía.

Aún así, en el 2004, cuando los helenos se hicieron de la Eurocopa, dejando a rivales de muchísimo mayor fuste como Portugal con Cristiano Ronaldo; España (en verdad, no sé el porqué lo toman como favorito, si no ha ganado mundial alguno para que encaje en dicho rótulo de grande); Francia con Zidane y Henry; República Checa con Nedved; y nuevamente, a Portugal, en su cancha, en su copa que habían organizado. Cuando vi que los comentaristas, tanto de acá como en el extranjero, se arañaban porque Grecia, ese equipillo feo y horrible, "que no juega a nada", "solo al pelotazo" gozaba más. Me sentí, cual director técnico de equipo chico, que después de tanto trabajo, conseguía su cometido. Dicho de otra forma, me sentí que formaba parte del triunfo, que merecía una nota al menos de 300 caracteres en "El Bocón".

Luego vino la Copa Confederaciones del 2005, con dos derrotas y un empate (Brasil: 0-3; Japón: 0-1; y México 0-0). Desazón y la primera oportunidad en mis compañeros para sacarme en cara y confirmar su hipotésis de los quince minutos de fama de los helénicos. Después, la no clasificación al mundial 2006 sí fue roche: que no vaya la selección campeona de Europa significó un gran pasivo. La Euro del 2008 era la posibilidad para redimirse. Pero no fue así: 3 partidos, 3 derrotas, un gol a favor y 6 en contra. No era roche simplemente, fue un desastre.

Hoy, a horas del encuentro con Corea del Sur, mi hinchaje sigue siendo tan intenso como aquel primer partido que vi ante Inglaterra, cuando Beckham convirtiera acaso uno de los goles mejor grabados en nuestra retina futbolera. El partido acabaría 2 a 2, pero quedé firmemente convencido la pasión de los helenos.

Ver fútbol con la pelota pegada al piso es bacán. El fútbol, señores, se gana con goles, pero muchas veces el espectáculo pasa por ver jugadas de ensueño y de auténtica filigrana, siempre y cuando, estas resulten efectivas camino al gol. En todo caso, siendo lo más diplomático posible, no hay receta única para la victoria: se han aplicado desde el frío y calculado pragmatismo o la heterodoxia del jogo bonito.

Yo apuesto por la primera en desmedro de la segunda. Y Grecia ha tenido momentos de eficacia en esa apuesta. Por lo demás...go Greeks!

lunes, 7 de junio de 2010

Números pueriles y un capricho helénico.


1994 y tenía diez años cumplidos. Junto a mi hermano, veía cómo Maradona miraba a la cámara con ojos más que desorbitados. Acababa de anotar el tercer gol ante la desconocida selección griega en el mundial de fútbol. Miguel Portanova lo gritaba con fervor vía PANTEL. Nada que me doliera, solo una sorpresa por esas pupilas algo inflamadas del jugador convertido en mesías , las cuales invitaban a sospechar alguna actividad extra futbolística.

La historia sobre mi hinchaje helénico ha sido caricaturizada, vilipendiada y vituperada; tomada como punto de burlas y de algún amague de test psicológico que busque explicar mi fanatismo hacia una selección que no tiene palmarés de grande. Bastaría decir con que tengo que formar parte de, acaso, una de las hinchadas más defenestradas como la peruana. Cuántas goleadas, cuántos desastres, cuántas sacadas de canas, he tenido soportar en mis 25 años de vida, como para agregar más derrotas escogiendo de equipo foráneo a un país que no tiene el cv de un grande. No pues: ni Brasil, ni Argentina con sus habituales presencias en los mundiales. Tampoco los europeos de Italia, Holanda y Alemania. !Qué simple puede resultar escoger un equipo de categoría como para venir a complicarse con uno de menor valía!

Ni uno ni lo otro, sino todo lo contrario, pero al revés,: gran aserto de los "padres de la patria" que resulta aplicable en este caso. Ya pues en serio, ¿por qué Grecia? Simple azar del 2001: jugaba el tradicional 'Winning Eleven' en PS1 con un compañero. Decidimos escoger rivales pequeños mediáticamente hablando. El dueño del "vicio" nos hizo la señal de "último partido". Se acababa nuestro tiempo. Mi compañero fue por Estados Unidos; yo por la camiseta helena. No hubo nada más de intermedio: que la teoría de las ideas platónica, ni el Fedón.

2004. Una hazaña. Caras aletargadas, dignas de un retrato de Dalí, no podían concebir cómo un equipucho, una frialdad expresada en once jugadores, se llevara el campeonato europeo, aj! Y solo, al menos por este terruño, una cara con una sonrisa agazapada. El campeonato estaba consumado y las apuestas, a cobrar se dijo. Lo que vino después, advertí, era anécdota. Venía gratis. Claro, me comí derrotas y feas, como en el 2005: en la Copa Confederaciones ante Brasil por 3 a 0; una eliminación en primera ronda en la siguiente Eurocopa en el 2008 y, en el mismo año, un 4 a 1 de manos de Turquía, en pleno día de la independencia griega.

Años pasan cual vaivén. Los hinchajes se van forjando a partir de la convicción razón-emoción. Lo mío puede ser algo sui géneris. Tal vez. El hecho es que, a solo cuatro días del mundial, Grecia estará, nuevamente presente. Los resultados van a ser, muy seguramente, fiscalizados por mis compañeros, a quienes aún les parece curioso, cuando no risible, mi hinchaje por una selección que si en caso no estuviera, nadie se hubiera muerto.

2010 y con 25 años, a puertas de los 26 con todo el supuesto uso de razón. Ahora, sí me jode aquellos ojos desorbitados de Maradona. Ahora, sí me jode que hayan ganado 4 a 0 y que, solo eso sea tomado como referencia en la prensa internacional. Ahora, quiero que la selección a la cual soy hincha se vengue en la cancha. Y lo puede hacer. Hay equipo y es, sin duda, otra generación. Suerte helenos.

Atentamente,
Su hincha más ferviente en el Perú.