miércoles, 18 de febrero de 2009

Un més más y se acabó.


En un mes y algunos días más, el tribunal que juzga al ex dictador Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad daría su veredicto final. Las pruebas de la culpabilidad están sobre la mesa de los jueces. La pelota en su cancha. Sin embargo, estamos en el Perú, lugar donde la realidad supera largamente a la ficción.

Pese a esa inmundicia que habita en el aparato estatal, resulta loable la labor que ha llevado a cabo el tribunal en mención para esquivar, zigzaguear y gambetear los precedentes judiciales en el país. Una manera elegante de aislarse, protegerse y cubrirse de la polución burocrática. De sus procesos engorrosos, parcializados y condicionados según la billetera y la aceitada de alguna autoridad lobbysta. Que el tribunal haya hecho eso en medio de toda esa fangosidad ya es un golazo.

La defensa de Fujimori

En estos primeros dos días que ha tenido César Nakazaki para defender a su cliente, no ha hecho más que jugar con su versión de los hechos: la misma del fujimorismo. La justificación de los hechos como costo social para vencer al terrorismo.

“Si no se puede solucionar un problema sin un costo social, y todo costo social es un delito, la conclusión es que Fujimori no debió solucionar nada”.

Es decir, según el razonamiento Nakazaki, las 25 personas asesinadas- entre otras muchísimas más- en los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta forman, lo que el denomina, el 'costo social'. Algo que se tiene que perder necesariamente para ganar la guerra. El fin justifica los medios. Fujimori derrotó al terrorismo. Lo pacificó. Es el argumento ya conocido e insistentemente esgrimido por los fujimoristas.

Por su parte, Ernesto de La Jara, director de IDL, concluye lo siguiente en una entrevista concedida a La República:

"Es inmoral justificar ejecuciones extrajudiciales. Habría que aclarar además que lo que hizo cambiar el curso de la guerra fueron las rondas campesinas, la captura de Abimael Guzmán y el rechazo de la población rural al terrorismo. Las desapariciones y demás barbaridades solo hicieron avanzar a SL."

Sin haberlo citado, resulta obvio, a estas alturas, saber lo dicho por De la Jara. Pero a veces, y como estamos en el Perú, muchas veces lo obvio se subestima y se olvida.

Tribunal indeciso

Otro de los puntos de la defensa de Nakazaki es la denominada "justicia mediática". Según él, el tribunal está presionado por los medios de comunicación, quienes día a día dan su veredicto acusando a su defendido. Citó a medios como Caretas, La República, El Comercio como algunos de los medios que ejercen esa presión constante a los jueces.

Curiosamente, son estos medios, quienes junto a otros pocos más formaban el grupúsculo opositor en tiempos del fujimorato. Así, Nakazaki resulta peligroso la influencia de los medios al tribunal. Es decir, el tribunal está formado por jueces que, cuales robots, entes sin una mínima preparación académica se dejan influenciar por los medios de comunicación.

En este sentido, dice Augusto Álvarez Rodrich en su columna:

"...la supuesta presión mediática como factor perturbador del juicio es sencillamente inaceptable. Lo que Nakazaki estaría sugiriendo es limitar la libertad de expresión, que los medios no opinen y que hasta dejen de informar sobre el juicio porque los jueces de Fujimori son unos débiles mentales que van a sentenciar según unas portadas o editoriales."

Si habláramos de todo el espectro de los medios de comunicación, el argumento de Nakazaki se vería pues rezagado. Diarios como La Razón o Expreso en la prensa y muchos reciclados y sobrevivientes en la televisión forman un respetable bando del fujimorismo mediático. No es que Fujimori ande desamparado, arrinconado y victimizado. En todo caso, son esos mismos panfletos los que informan de la manera más sesgada posible, confundiendo la opinión con la mera información. ¿Y la presión de estos, señor Nakazaki?

Medios de comunicación y Poder Judicial

Los medios de comunicación no son el Poder Judicial, ni lo intentan ser. Al menos, en la versión más idealista de sus corrientes, los medios tratan de sacar a la luz lo que se quiere esconder, lo que se quiere ocultar (Horacio Verbitsky dixit).

Es verdad que en la década de la última dictadura, los medios independientes se movieron entre el apasionamiento y la falta de pruebas, motivadas por las constantes censuras, amedrentamientos y amenazas. Aquello no desmedra lo plausible de su ejemplar labor, su carácter estoico en tiempos realmente difíciles, y sus constantes descubrimientos como en casos como La Cantuta (por la desaparecida revista Sí , dirigida en ese entonces por Ricardo Uceda), etc.

El tribunal emitirá su sentencia no según intereses ni presiones. Esa idea de la presión de los medios resulta absurda por anacrónica. Es, como dice Álvarez Rodrich, una amenaza contra la libertad de expresión. El tiempo dado por los jueces encargados de llevar el proceso ha sido más que suficiente. La racionalidad primará y no así los factores emocionales. Mientras los medios de comunicación, dentro de sus variantes, seguirá informando según sus propios matices.

1 comentario:

Unknown dijo...

Diría yo mi querido gabo que es la ficción la que supera la realidad, que es la justicia la que nunca llega, que es más de lo mismo. Debo decirte que tengo muchas esperanzas en que este juicio sea el cambio que tanto deseamos.

Besos desde el mar!!!