Se hizo la luz. Con la solitaria oposición de la bancada de Unidad Nacional, el Pleno del Congreso de la República aprobó la derogatoria de los decretos 1064 y 1090. Los mismos que habían originado la protesta de parte de los ciudadanos nativos y compatriotas, hace más de 3 meses cuando les tocaron la puerta al Gobierno Central y nadie les atendió. La pregunta es: ¿se cierra una era o, por el contrario, el anuncio de otra?¿ El perro del hortelano seguirá ladrando, seguirá subestimando a los ciudadanos de a pie? ¿Significará un viraje en la política de gobierno?
Esperemos que sí. Nadie lo puede dilucidar aún. El porvenir resulta nebuloso todavía, pues los contratos petroleros aún siguen en pie y vaya que por montones. En días donde la crisis económica mundial todavía no ha llegado a su punto más bajo, el presidente García mantiene las esperanzas de aferrarse a un modelo económico que ha sido calificada por el mismo Obama como fracaso (Sí, De Althaus, acéptalo aunque te cueste).
Si bien García hizo una suerte de mea culpa (aún desliza la hipotesis de estar azuzados por una fuerza política extranjera), todavía quedan muchos factores por resolver. Temas como la integración, la concertación y crecimiento económico sin exclusión deben estar en la agenda gubernamental. Los petroaudios y el conflicto sucedido en Bagua tienen el común denominador de haber sido producto de unas negociaciones donde la inversión privada y ese neoliberalismo a ultranza han sido los viles cómplices.
Lo que suceda, de aquí en adelante, es tarea de esa concertación pendiente. Quedan conflictos por resolver y ya la Defensoría del Pueblo le había puesto luz ámbar, a principios de año. La democracia es siempre perfectible, afirma Vargas Llosa. Desde ese punto de vista, la constante amenaza de una dictadura ve reducida sus esperanzas- menos mal- tras este acuerdo político.
Las muertes ocurridas, producto de la promulgación de los decretos finalmente y de hacer oídos sordos a compatriotas afectados, serán el pasivo de este gobierno. Tendrán que cargar esa cruz hasta el fin de sus días. Por ello, resulta esencial concertar antes que olvidar, un buen slogan para el gobierno de aquí hasta el término de su período.
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