No le falta razón a Mirko Lauer en su columna de hoy, al afirmar que: " el trato burlón a figuras indígenas en la política y los medios, expresión de un pensamiento pre-reforma agraria, no es sino la señal de alerta que emite en estos días un sentimiento profundo de desprecio ancestral. Hay quienes quisieran que el Perú indígena se mantuviera como una suerte de decorado pasivo del negocio turístico, pero es evidente que esa hora ya ha pasado."
La huelga indígena-amazónico lleva más de cincuenta días y el Ejecutivo no ha hecho más que sindicar a Alberto Pizango, presidente de la AIDESEP, como una suerte de azuzador de multitudes que no saben donde están parados.La procuradoría del Ministerio del Interior lo ha denunciado por ser parte de un complot contra el gobierno; esto no es más que la consecuencia de una política persecutora del oficialismo con quienes no gustan de su pensamiento.
El presidente García, cuándo no en su estilo ad hoc democrático, dice que las tierras amazónicas son de todos los peruanos, y que por ello, los que rehuyen a ese discurso oficial de neoliberalismo a ultranza son los que no desean el progreso en el país. El olvido del centralismo limeño a las tierras del interior del país siempre es un tema de debate: el hecho es que no se puede imponer una ley por la fuerza, a lo bruto, sin antes concertar un diálogo.
Cómo, en este sentido, es posible que el Ejecutivo hable de la tierra de todos los peruanos, para aprovechar sus recursos y potencialidades, cuando paralelamente, decreta el Estado de emergencia en la amazonía. Pregunta que brota ingenuidad a montones, pero que no deja de cuestionar la función real del Estado. Nadie rechaza la inversión privada. Lo que les indigna a los amazónicos es el atropello hacia ellos de parte del gobierno. Por ello, las protestas y las marchas son más que válidas.
Sorprende, por otro lado, la frecuencia modulada del gobierno para concretar acuerdos con trasnacionales casi sin reparos; pero con compatriotas como los pobladores amazónicos ese 'Sabe usted con quién está hablando' -Roberto Da Matta rules- autoritarón y déspota se trasluce a una ritmo aletargado, demorando el mismo debate y derogatoria de los decretos cuestionados en el mismo Congreso de la República.
Los cuestionamientos planteados pueden sonar a menú del día anterior, teniendo en cuenta la misma política del Gobierno y, cómo no, de sus ayayeros mediáticos tipo Raúl Vargas o de Althaus. No por ello, se debe descansar en insistir en el debate, en el acuerdo, antes que el olvido.
El presidente García, cuándo no en su estilo ad hoc democrático, dice que las tierras amazónicas son de todos los peruanos, y que por ello, los que rehuyen a ese discurso oficial de neoliberalismo a ultranza son los que no desean el progreso en el país. El olvido del centralismo limeño a las tierras del interior del país siempre es un tema de debate: el hecho es que no se puede imponer una ley por la fuerza, a lo bruto, sin antes concertar un diálogo.
Cómo, en este sentido, es posible que el Ejecutivo hable de la tierra de todos los peruanos, para aprovechar sus recursos y potencialidades, cuando paralelamente, decreta el Estado de emergencia en la amazonía. Pregunta que brota ingenuidad a montones, pero que no deja de cuestionar la función real del Estado. Nadie rechaza la inversión privada. Lo que les indigna a los amazónicos es el atropello hacia ellos de parte del gobierno. Por ello, las protestas y las marchas son más que válidas.
Sorprende, por otro lado, la frecuencia modulada del gobierno para concretar acuerdos con trasnacionales casi sin reparos; pero con compatriotas como los pobladores amazónicos ese 'Sabe usted con quién está hablando' -Roberto Da Matta rules- autoritarón y déspota se trasluce a una ritmo aletargado, demorando el mismo debate y derogatoria de los decretos cuestionados en el mismo Congreso de la República.
Los cuestionamientos planteados pueden sonar a menú del día anterior, teniendo en cuenta la misma política del Gobierno y, cómo no, de sus ayayeros mediáticos tipo Raúl Vargas o de Althaus. No por ello, se debe descansar en insistir en el debate, en el acuerdo, antes que el olvido.
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