He decidido por cuenta propia, y sin ningún atisbo de originalidad, presentar las siglas de D.B. para simplificar los desafortunados hechos en Bagua . Para reducir, más no olvidar, los infortunios ocurridos el último viernes 5 de abril como gran pasivo de este segundo gobierno aprista.
Y es que a este gobierno de García - y no de todos los peruanos como conjunto, aclarando- lo acontecido en el Amazonas le ha costado, hasta el momento, la primera renuncia del segundo gabinete instaurado desde el destape de los Petro audios. Si bien con poca difusión mediática, la ex ministra de la Mujer, Carmen Vildoso dejó su cartera y un gesto poco más que apreciable, en medio de una maraña apristona que intenta restar las consecuencias de lo sucedido en la amazonía peruana.
Mientras que García insiste en su firme política de llamar "ciudadanos de segunda clase", "personas que no quieren el desarrollo del país", "víctimas de una injerencia extranjera - léase Chávez o Evo Morales", para variar, y demás calificativos despectivos que no hacen más que incitar a la violencia, a la no unidad como país, a ensanchar la desintegración. Es decir, todo lo que un presidente no debería hacer, al menos para mantener las 'formas', García lo rompe con una rudeza apelando a su pasado bufaloide.
Ahora, es claro que lo D.B. no se debe aislar como un suceso y borrón y cuenta nueva como bien nuestra historia suele estar acostumbrada. Aunque por las actuaciones de las autoridades todo parece indicar que sí existiría una inclinación hacia una suerte de amnesia colectiva. Me refiero a la política del gobierno neoliberal a ultranza. Los contratos petroleros y con diversas mineras extranjeras persisten, desfavoreciendo notoriamente al poblador de la zona contaminada o invadida. La no consulta hacia el ciudadano es ley en este gobierno. Bien o mal, los tratados de Libre Comercio tanto con Estados Unidos y China se firmaron así: apurando la firma, obviando detalles importantes como la propiedad. En este sentido, hay una estandarización en el tema económico y, como consecuencia, una persecución y/o desprestigio a los que ponen algún matiz de reparo con la política del gobierno.
Si bien se ha suspendido el cuestionado decreto ley 1090- para una negociación con los nativos y una posterior formulación de un nuevo decreto- el negocio, las componendas y no pocas triquiñuelas en este negocio que nuestras autoridades entienden por política, continuarán sin algún reparo.
Disculpen, al menos mi percepción me llama a sentirlo de esa manera. Hay un fondo del que aún nadie discute. El tema de preocuparse por el otro, por el no favorecido por el sistema actual no viene a partir de lo de Bagua. El mismo hecho de que algunos se crean el discurso oficial del éxito macroeconómico deja mucho que desear, cegándose pues de la cruda realidad que golpea a nuestros compatriotas desde mucho tiempo atrás. Y es que no ha habido ánimos de una reforma integral, en un gobierno que solo se ha preocupado por cumbres y más cumbres...
Y es que a este gobierno de García - y no de todos los peruanos como conjunto, aclarando- lo acontecido en el Amazonas le ha costado, hasta el momento, la primera renuncia del segundo gabinete instaurado desde el destape de los Petro audios. Si bien con poca difusión mediática, la ex ministra de la Mujer, Carmen Vildoso dejó su cartera y un gesto poco más que apreciable, en medio de una maraña apristona que intenta restar las consecuencias de lo sucedido en la amazonía peruana.
Mientras que García insiste en su firme política de llamar "ciudadanos de segunda clase", "personas que no quieren el desarrollo del país", "víctimas de una injerencia extranjera - léase Chávez o Evo Morales", para variar, y demás calificativos despectivos que no hacen más que incitar a la violencia, a la no unidad como país, a ensanchar la desintegración. Es decir, todo lo que un presidente no debería hacer, al menos para mantener las 'formas', García lo rompe con una rudeza apelando a su pasado bufaloide.
Ahora, es claro que lo D.B. no se debe aislar como un suceso y borrón y cuenta nueva como bien nuestra historia suele estar acostumbrada. Aunque por las actuaciones de las autoridades todo parece indicar que sí existiría una inclinación hacia una suerte de amnesia colectiva. Me refiero a la política del gobierno neoliberal a ultranza. Los contratos petroleros y con diversas mineras extranjeras persisten, desfavoreciendo notoriamente al poblador de la zona contaminada o invadida. La no consulta hacia el ciudadano es ley en este gobierno. Bien o mal, los tratados de Libre Comercio tanto con Estados Unidos y China se firmaron así: apurando la firma, obviando detalles importantes como la propiedad. En este sentido, hay una estandarización en el tema económico y, como consecuencia, una persecución y/o desprestigio a los que ponen algún matiz de reparo con la política del gobierno.
Si bien se ha suspendido el cuestionado decreto ley 1090- para una negociación con los nativos y una posterior formulación de un nuevo decreto- el negocio, las componendas y no pocas triquiñuelas en este negocio que nuestras autoridades entienden por política, continuarán sin algún reparo.
Disculpen, al menos mi percepción me llama a sentirlo de esa manera. Hay un fondo del que aún nadie discute. El tema de preocuparse por el otro, por el no favorecido por el sistema actual no viene a partir de lo de Bagua. El mismo hecho de que algunos se crean el discurso oficial del éxito macroeconómico deja mucho que desear, cegándose pues de la cruda realidad que golpea a nuestros compatriotas desde mucho tiempo atrás. Y es que no ha habido ánimos de una reforma integral, en un gobierno que solo se ha preocupado por cumbres y más cumbres...
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