domingo, 13 de julio de 2008

A más de cuatro mil quinientos metros sobre el nivel del mar...

A veces fijarse en los clichés, en las frases hechas (Coelho, Tellado y Diego Torres out!), en los lugares conocidos, en las historias con final feliz, en aquellos refranes de la abuela sirven para contrarrestar, muy a veces, mi tendencia al pesimismo, escondida en un realismo que no tiene existencia.
¿Cómo Rafael Nadal logró ganar el título de Wimbledon, siendo, este español, un experto solo en cancha de arcilla, ganándole nada menos que a Roger Federer?
¿Cómo Luis Alberto Carranza, jugador argentino, en 1999 logró meter quinta y correr hasta lograr el título de aquel campeonato de la U, en Cerro de Pasco, a más de 4500 metros sobre el nivel del mar?
¿Cómo el Cienciano de Freddy Ternero logró hacerse de la Copa Sudamericana en 2003?
En fin, referencias notoriamente deportivas (más futboleras) que demuestran esta idea de la moralina del sí se puede; que, a veces, un poco de fresa a la vida no viene mal. Esto no desmerece a uno. Lo versatiliza. Lo hace más sensible. Más tragicómico, más divertido, más todo...
En fin, esto ayuda a aligerar el tan conocido, de manera clandestina, ritual burocrático...

1 comentario:

JLN dijo...

Como ahora me he vuelto un burrero a la fuerza, me veo obligado también a pasarte el talán de que en el 73, Santorín, caballillo mágico de la hípica peruana, cagó a todo el mundo en el clásico de Pellegrini en Argentina, sacando trece cuerpos de ventaja a sus adversarios. ¿Queeé tal?