lunes, 7 de junio de 2010

Números pueriles y un capricho helénico.


1994 y tenía diez años cumplidos. Junto a mi hermano, veía cómo Maradona miraba a la cámara con ojos más que desorbitados. Acababa de anotar el tercer gol ante la desconocida selección griega en el mundial de fútbol. Miguel Portanova lo gritaba con fervor vía PANTEL. Nada que me doliera, solo una sorpresa por esas pupilas algo inflamadas del jugador convertido en mesías , las cuales invitaban a sospechar alguna actividad extra futbolística.

La historia sobre mi hinchaje helénico ha sido caricaturizada, vilipendiada y vituperada; tomada como punto de burlas y de algún amague de test psicológico que busque explicar mi fanatismo hacia una selección que no tiene palmarés de grande. Bastaría decir con que tengo que formar parte de, acaso, una de las hinchadas más defenestradas como la peruana. Cuántas goleadas, cuántos desastres, cuántas sacadas de canas, he tenido soportar en mis 25 años de vida, como para agregar más derrotas escogiendo de equipo foráneo a un país que no tiene el cv de un grande. No pues: ni Brasil, ni Argentina con sus habituales presencias en los mundiales. Tampoco los europeos de Italia, Holanda y Alemania. !Qué simple puede resultar escoger un equipo de categoría como para venir a complicarse con uno de menor valía!

Ni uno ni lo otro, sino todo lo contrario, pero al revés,: gran aserto de los "padres de la patria" que resulta aplicable en este caso. Ya pues en serio, ¿por qué Grecia? Simple azar del 2001: jugaba el tradicional 'Winning Eleven' en PS1 con un compañero. Decidimos escoger rivales pequeños mediáticamente hablando. El dueño del "vicio" nos hizo la señal de "último partido". Se acababa nuestro tiempo. Mi compañero fue por Estados Unidos; yo por la camiseta helena. No hubo nada más de intermedio: que la teoría de las ideas platónica, ni el Fedón.

2004. Una hazaña. Caras aletargadas, dignas de un retrato de Dalí, no podían concebir cómo un equipucho, una frialdad expresada en once jugadores, se llevara el campeonato europeo, aj! Y solo, al menos por este terruño, una cara con una sonrisa agazapada. El campeonato estaba consumado y las apuestas, a cobrar se dijo. Lo que vino después, advertí, era anécdota. Venía gratis. Claro, me comí derrotas y feas, como en el 2005: en la Copa Confederaciones ante Brasil por 3 a 0; una eliminación en primera ronda en la siguiente Eurocopa en el 2008 y, en el mismo año, un 4 a 1 de manos de Turquía, en pleno día de la independencia griega.

Años pasan cual vaivén. Los hinchajes se van forjando a partir de la convicción razón-emoción. Lo mío puede ser algo sui géneris. Tal vez. El hecho es que, a solo cuatro días del mundial, Grecia estará, nuevamente presente. Los resultados van a ser, muy seguramente, fiscalizados por mis compañeros, a quienes aún les parece curioso, cuando no risible, mi hinchaje por una selección que si en caso no estuviera, nadie se hubiera muerto.

2010 y con 25 años, a puertas de los 26 con todo el supuesto uso de razón. Ahora, sí me jode aquellos ojos desorbitados de Maradona. Ahora, sí me jode que hayan ganado 4 a 0 y que, solo eso sea tomado como referencia en la prensa internacional. Ahora, quiero que la selección a la cual soy hincha se vengue en la cancha. Y lo puede hacer. Hay equipo y es, sin duda, otra generación. Suerte helenos.

Atentamente,
Su hincha más ferviente en el Perú.

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