El título no es gratuito. El atentado contra la fiscal de la Nación, Gladys Echaíz ha dejado algo más que menudas grietas en materia de seguridad ciudadana. El consenso popular, recogido por los medios, ha indicado que los atacantes son sicarios, que buscan a sus víctimas tras un estudio premeditado, urdido y planificado.
Como en las películas de El Padrino o El Gángster Americano, dicha teoría toma forma la hipotésis de un algún cuadro de mafia digitado desde alguna esfera o grupo de poder. Además, la ingrata coincidencia del incidente con el sorpresivo y buen accionar de la Fiscal en cuanto al caso de los petro audios incrementa las sospechas de una advertencia por parte de una gente con poder.Cualquier parecido con la fantasía, es mera coincidencia.
En su columna, Mirko Lauer apunta hacia una constante de actos violentos en el país:
"Sería un error considerar el atentado a la Fiscal de la Nación solo en el contexto de la investigación de los petroaudios. No es ni remotamente un atentado más. Lo que acaba de suceder constituye una evidente escalada en el clima de multifacética violencia que se está volviendo a hacer un lugar en la vida pública peruana".
Descartando una teoría u otra, se pone en evidencia (por si algún ingenuo, ministro u autoridad no se dio cuenta aún) la falta de efectivos policiales y, como consecuencia, la inseguridad no solo en Lima, sino en el país. No había que esperar a que pase tal atentado a la fiscal para que abriéramos los ojos, pero claro la tara del centralismo nos hace pues menospreciar o, en todo caso, disminuir los incidentes del interior del Perú. Desde hace un tiempo, remanentes de Sendero junto al narcotráfico influyen en la forma de vida de las personas que viven aledañas al VRAE. Eso, además de secuestros al paso a familias no solo adineradas sino también de personas emprendedoras que prosperan en su micro empresa. Las calles no se encuentran muy seguras del todo.
Así, ahora vemos un cuadro más complicado de resolver. Por si fuera poco, un ministro del Interior que no tiene nada que envidiarle al anterior, Alva Castro, en cuanto a ineficiencia se refiere. Si es vulnerable un equipo de seguridad como el de la Fiscal de la Nación (que felizmente pudo evitar el ataque de los supuestos sicarios), entonces las autoridades en cuestión tendrán que replantear varias gestiones. Pensar en una reforma puede ser muy tarde y, lo que es peor, podría tener un peor costo de vidas.
En el blog Espacio Compartido, Fernando Rospigliosi nos invita a la reflexión:
"El atentado contra la fiscal Echaíz marca una nueva etapa en el deterioro de la seguridad en el Perú. Una de las herencias más nefastas que nos dejará el gobierno de Alan García el 2011, es un país mucho más inseguro del que recibió"
No solo se trata de proteger -ad hoc- a los fiscales que ejercen una labor elogiable como Gladys Echaíz en casos donde se pone en jaque a instituciones y empresas que, aprovechando su nombre, hacen y deshacen el mercado y el Estado como les venga en gana (las reglas gangsteriles del libre mercado out of control). Sin lugar a dudas, en un país donde la delincuencia, el narcotráfico y terrorismo aún no han sido del todo superados, su labor resulta significativa y digna, si no heroica. Los fiscales y demás autoridades judiciales -que tratan de alejarse de la ruma de papeles y trámites archivados- saben el peligro que corren. Por ello, la seguridad del caso.
Sin afanes de dármelas de experto en materia de seguridad, se debe re-plan-tear-se ciertos temas a fin de un país más seguro. Que García y compañía chequeen los noticieros matutinos, donde los secuestros, asesinatos por mafias o simples homicidios (si es que el término simple no menosprecie la infortunada muerte de la persona). No es solo un cambio de ministro (por más torpezas o pachotadas que hable o haga, aunque sí sería un primer paso). Se trata, finalmente, de un programa integral de seguridad. De una necesidad de reestructuración que, sin llegar a una reforma aún, pueda aplacar a un corto plazo la mayoría de baches. La apertura a otras voces, entonces, será imprescindible para nuevas propuestas. Veremos si el gobierno de García no ponga reparos en eso.
La inseguridad tiene varias ramas por las que preocuparse. No una solución para la aglomeración de cosas por hacer, sino, claro saber diferenciar, a qué se está enfrentando y en qué territorio. La inteligencia, aquí, resulta imprescindible. La ausencia de esta generó la muerte de dos policías en el Santuario de Pómac.
Como en las películas de El Padrino o El Gángster Americano, dicha teoría toma forma la hipotésis de un algún cuadro de mafia digitado desde alguna esfera o grupo de poder. Además, la ingrata coincidencia del incidente con el sorpresivo y buen accionar de la Fiscal en cuanto al caso de los petro audios incrementa las sospechas de una advertencia por parte de una gente con poder.Cualquier parecido con la fantasía, es mera coincidencia.
En su columna, Mirko Lauer apunta hacia una constante de actos violentos en el país:
"Sería un error considerar el atentado a la Fiscal de la Nación solo en el contexto de la investigación de los petroaudios. No es ni remotamente un atentado más. Lo que acaba de suceder constituye una evidente escalada en el clima de multifacética violencia que se está volviendo a hacer un lugar en la vida pública peruana".
Descartando una teoría u otra, se pone en evidencia (por si algún ingenuo, ministro u autoridad no se dio cuenta aún) la falta de efectivos policiales y, como consecuencia, la inseguridad no solo en Lima, sino en el país. No había que esperar a que pase tal atentado a la fiscal para que abriéramos los ojos, pero claro la tara del centralismo nos hace pues menospreciar o, en todo caso, disminuir los incidentes del interior del Perú. Desde hace un tiempo, remanentes de Sendero junto al narcotráfico influyen en la forma de vida de las personas que viven aledañas al VRAE. Eso, además de secuestros al paso a familias no solo adineradas sino también de personas emprendedoras que prosperan en su micro empresa. Las calles no se encuentran muy seguras del todo.
Así, ahora vemos un cuadro más complicado de resolver. Por si fuera poco, un ministro del Interior que no tiene nada que envidiarle al anterior, Alva Castro, en cuanto a ineficiencia se refiere. Si es vulnerable un equipo de seguridad como el de la Fiscal de la Nación (que felizmente pudo evitar el ataque de los supuestos sicarios), entonces las autoridades en cuestión tendrán que replantear varias gestiones. Pensar en una reforma puede ser muy tarde y, lo que es peor, podría tener un peor costo de vidas.
En el blog Espacio Compartido, Fernando Rospigliosi nos invita a la reflexión:
"El atentado contra la fiscal Echaíz marca una nueva etapa en el deterioro de la seguridad en el Perú. Una de las herencias más nefastas que nos dejará el gobierno de Alan García el 2011, es un país mucho más inseguro del que recibió"
No solo se trata de proteger -ad hoc- a los fiscales que ejercen una labor elogiable como Gladys Echaíz en casos donde se pone en jaque a instituciones y empresas que, aprovechando su nombre, hacen y deshacen el mercado y el Estado como les venga en gana (las reglas gangsteriles del libre mercado out of control). Sin lugar a dudas, en un país donde la delincuencia, el narcotráfico y terrorismo aún no han sido del todo superados, su labor resulta significativa y digna, si no heroica. Los fiscales y demás autoridades judiciales -que tratan de alejarse de la ruma de papeles y trámites archivados- saben el peligro que corren. Por ello, la seguridad del caso.
Sin afanes de dármelas de experto en materia de seguridad, se debe re-plan-tear-se ciertos temas a fin de un país más seguro. Que García y compañía chequeen los noticieros matutinos, donde los secuestros, asesinatos por mafias o simples homicidios (si es que el término simple no menosprecie la infortunada muerte de la persona). No es solo un cambio de ministro (por más torpezas o pachotadas que hable o haga, aunque sí sería un primer paso). Se trata, finalmente, de un programa integral de seguridad. De una necesidad de reestructuración que, sin llegar a una reforma aún, pueda aplacar a un corto plazo la mayoría de baches. La apertura a otras voces, entonces, será imprescindible para nuevas propuestas. Veremos si el gobierno de García no ponga reparos en eso.
La inseguridad tiene varias ramas por las que preocuparse. No una solución para la aglomeración de cosas por hacer, sino, claro saber diferenciar, a qué se está enfrentando y en qué territorio. La inteligencia, aquí, resulta imprescindible. La ausencia de esta generó la muerte de dos policías en el Santuario de Pómac.
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