La muerte de los dos policías en el Santuario de Pómac, declarado Patrimonio Cultural y ubicado en el departamento de Lambayeque, causa más que la cotidiana indignación de ver con impotencia a un Estado ineficiente y que se preocupa más por votaciones por Internet para la imagen en el exterior, que por la propia agenda de necesidades en el interior del país.
Si en el 2005 un informe policial afirmaba que en Pómac había gente armada, seguramente aprovechándose de los pobladores quienes vivían, por necesidad, en una invasión ¿por qué no se tomó las debidas previsiones del caso? Pregunta que, en estos tiempos, resulta propio de una broma pesada. Siempre hubo inseguridad en el país !Vaya descubrimiento!
Aquellos fujimoristas que levantan en hombros a su ídolo de barro y mesías dictador, que llaman dictador, se cierran en un espacio reducido, donde la realidad les va sembrando grietas a su falacia. Terrorismo o no terrorismo, la violencia en el país siempre la hubo. Cuando el régimen transitorio de Paniagua, se intentó una reforma policial, mas esta se detuvo gracias a que los que le sucedieron obedecieron a otras políticas que abrazaban el cortoplacismo y figuretismo.
La imagen de la Policía, por otro lado, otra obra made in Fujimori, se disgregó en una manchada de coimas y de la estirada de mano. Desde ahí, aquella institución, como muchas otras en el país, perdió legitimidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta los matices y no llevarlo a extremos ni dogmas: existe pues, todavía una policía que lucha por los ideales de una seguridad del país. La muerte, para ellos, ya es algo más que una posibilidad, sin llegar necesariamente a fundamentalismos chovinistas. Sobre todo, si se trata de la seguridad en las regiones, fuera de Lima, donde cuadros de narcotráfico y otros, se agazapan dentro de los pobladores. La consecuencia: muertes de efectivos policiales en vano. Un sacrificio que, en su momento, García, ministros,congresistas y demás súbditos lloraron de manera apócrifa para montar un escenario de luto; pero que al día siguiente, pasaron al olvido.
Un trabajo de inteligencia es, en estos casos, lo imperante, como con el GEIN, que capturó a Abimael y los cuadros senderistas, como la DIRANDRO, quienes descubrieron la red de chuponeadores. La inteligencia y no la fuerza bruta.
Las protestas no pararán ni con estas desafortunadas muertes. El centralismo histórico y el olvido permiten que ocurran la seguidilla de muertos, tanto civiles como policías. Pensar en una reforma policial, como en otros sectores, sería lo más lógico. Una reestructuración urgente. Ergo, sabemos que la razón en la politiquería peruana no encuentra unanimidad.
El oportunismo cuándo no
Se escuchó pues a congresistas llamar a las organizaciones de Derechos Humanos para que se solidaricen con el fallecimiento de los policías. Por el amor de Dios, ¿acaso no les entra en su ortodoxia que los Derechos Humanos son inherentes a la persona humana? ¿Qué son universales?
Pero, cómo siempre no faltan panfletos aficionados, como la infaltable columna de Aldito Mariátegui o La Razón del desconocido, fujimorista, Uri Ben Schmuel (mucho gusto), aparte de congresistas como Lourdes Alcorta y Meche Cabanillas, quienes acusan el silencio de estas organizaciones
(!derecha strikes back!), hoy en algunos medios apareció un comunicado de parte de la Coordinadora de Derechos Humanos titulado:"EXIGIMOS SANCIÓN A QUIENES AGREDEN A LA POLICÍA NACIONAL"
Y es que, insisto, con un verdadero trabajo de inteligencia, ninguna de las partes, pobladores, infiltrados o policías, hubiera salido afectado. Y, con ello, los inflitrados terminarían pagando su condena. Como en el paro agrario del año pasado, en el que se perdieron vidas civiles, ahora son policías quienes cobran vida. No hay que polarizar el debate, en todo caso. El sistema es el que falla.
Ahora, seguramente, la derecha que parece imperar, al menos en el establishment limeño, tomará medidas más que autoritarias, propias de una guerra sin cuartel, donde se sacrificará los derechos fundamentales de la persona. Sería lamentable, aunque no sorpresivo. Digamos, es lo que más ganas tienen Alan García, Giampetri y El Comercio (perdón Hugo Guerra), por mencionar a algunos.
Mencion aparte
"Si hasta Kennedy lo asesinaron" fue la frase del día, de parte del ministro del Interior, Remigio Hernani. Una frase que supera por largo tramo al lapsus de García cuando presentó al ministro de Economía, Luis Carranza: 1986. Fuera de lo cómico, resultó desagradable para los familiares y para la gente que sí tiene un rollo social con su país, fuera de esas caretas del patriotismo, paternalista y gourmet, de Meche Aráoz. Lamentable.
Si en el 2005 un informe policial afirmaba que en Pómac había gente armada, seguramente aprovechándose de los pobladores quienes vivían, por necesidad, en una invasión ¿por qué no se tomó las debidas previsiones del caso? Pregunta que, en estos tiempos, resulta propio de una broma pesada. Siempre hubo inseguridad en el país !Vaya descubrimiento!
Aquellos fujimoristas que levantan en hombros a su ídolo de barro y mesías dictador, que llaman dictador, se cierran en un espacio reducido, donde la realidad les va sembrando grietas a su falacia. Terrorismo o no terrorismo, la violencia en el país siempre la hubo. Cuando el régimen transitorio de Paniagua, se intentó una reforma policial, mas esta se detuvo gracias a que los que le sucedieron obedecieron a otras políticas que abrazaban el cortoplacismo y figuretismo.
La imagen de la Policía, por otro lado, otra obra made in Fujimori, se disgregó en una manchada de coimas y de la estirada de mano. Desde ahí, aquella institución, como muchas otras en el país, perdió legitimidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta los matices y no llevarlo a extremos ni dogmas: existe pues, todavía una policía que lucha por los ideales de una seguridad del país. La muerte, para ellos, ya es algo más que una posibilidad, sin llegar necesariamente a fundamentalismos chovinistas. Sobre todo, si se trata de la seguridad en las regiones, fuera de Lima, donde cuadros de narcotráfico y otros, se agazapan dentro de los pobladores. La consecuencia: muertes de efectivos policiales en vano. Un sacrificio que, en su momento, García, ministros,congresistas y demás súbditos lloraron de manera apócrifa para montar un escenario de luto; pero que al día siguiente, pasaron al olvido.
Un trabajo de inteligencia es, en estos casos, lo imperante, como con el GEIN, que capturó a Abimael y los cuadros senderistas, como la DIRANDRO, quienes descubrieron la red de chuponeadores. La inteligencia y no la fuerza bruta.
Las protestas no pararán ni con estas desafortunadas muertes. El centralismo histórico y el olvido permiten que ocurran la seguidilla de muertos, tanto civiles como policías. Pensar en una reforma policial, como en otros sectores, sería lo más lógico. Una reestructuración urgente. Ergo, sabemos que la razón en la politiquería peruana no encuentra unanimidad.
El oportunismo cuándo no
Se escuchó pues a congresistas llamar a las organizaciones de Derechos Humanos para que se solidaricen con el fallecimiento de los policías. Por el amor de Dios, ¿acaso no les entra en su ortodoxia que los Derechos Humanos son inherentes a la persona humana? ¿Qué son universales?
Pero, cómo siempre no faltan panfletos aficionados, como la infaltable columna de Aldito Mariátegui o La Razón del desconocido, fujimorista, Uri Ben Schmuel (mucho gusto), aparte de congresistas como Lourdes Alcorta y Meche Cabanillas, quienes acusan el silencio de estas organizaciones
(!derecha strikes back!), hoy en algunos medios apareció un comunicado de parte de la Coordinadora de Derechos Humanos titulado:"EXIGIMOS SANCIÓN A QUIENES AGREDEN A LA POLICÍA NACIONAL"
Y es que, insisto, con un verdadero trabajo de inteligencia, ninguna de las partes, pobladores, infiltrados o policías, hubiera salido afectado. Y, con ello, los inflitrados terminarían pagando su condena. Como en el paro agrario del año pasado, en el que se perdieron vidas civiles, ahora son policías quienes cobran vida. No hay que polarizar el debate, en todo caso. El sistema es el que falla.
Ahora, seguramente, la derecha que parece imperar, al menos en el establishment limeño, tomará medidas más que autoritarias, propias de una guerra sin cuartel, donde se sacrificará los derechos fundamentales de la persona. Sería lamentable, aunque no sorpresivo. Digamos, es lo que más ganas tienen Alan García, Giampetri y El Comercio (perdón Hugo Guerra), por mencionar a algunos.
Mencion aparte
"Si hasta Kennedy lo asesinaron" fue la frase del día, de parte del ministro del Interior, Remigio Hernani. Una frase que supera por largo tramo al lapsus de García cuando presentó al ministro de Economía, Luis Carranza: 1986. Fuera de lo cómico, resultó desagradable para los familiares y para la gente que sí tiene un rollo social con su país, fuera de esas caretas del patriotismo, paternalista y gourmet, de Meche Aráoz. Lamentable.
Demás está decir la ineficiencia del ministro del Interior. Claro no es que su renuncia vaya a ser la solución. Pero mucho menos con su presencia en dicha cartera. Por lo menos, se daría un primer paso.
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