La matanza de comuneros en el interior del país de parte de empresas transnacionales sigue siendo una constante. La amnesia generalizada y la desidia por el tema de derechos humanos mantienen, cómo no, las puertas abiertas a la ley del más fuerte; a un país, en donde su interior se gobierna en función no pocas veces al capital extranjero. La madrugada del primero de agosto del 2005, la policía torturó a 29 comuneros en las instalaciones de la minera Majaz. Uno de ellos resultó herido de muerte, más no pereció.
Las fotografías donde revelan tales hechos muestran que Melanio García no pereció al instante. Al parecer, todavía le quedaban algunas esperanzas de vida. Pero la negligencia y la frialdad calculadora de los propietarios de la minera junto con la policía permitieron una lenta y abominable agonía. Los hechos, desde luego, fueron también narrados por los mismos comuneros.
Ha pasado tres años. Ha tenido qué pasar tres años para que rebote en los medios de comunicación locales. Y esto es, ya que solo uno o dos no han escatimado líneas en denunciar el hecho. La indiferencia de los otros no da tregua siquiera a mirar de reojo. Bueno, en El Comercio, se sabe pues que el tema de derechos humanos importa tanto como un partido de Copa Perú. Los demás, lógicamente, responden a intereses empresariales.
Son varias preguntas por contestar, y, como siempre, pocas respuestas de parte de los responsables. Y es que la Policía y la minera no han dicho ni una sola palabra desde entonces ¿Quiénes son estas manos anónimas que hicieron llegar las imágenes a la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos? ¿Por qué recién se ha tenido que esperar tres años? ¿Por qué, otra vez y aunque resulte obvio, la indiferencia del Estado?
Espero que no sea cual Petrogate, que algunos congresistas o ministros cuestionen 'esas manos anónimas' que otorgaron las imágenes. Lo importante es que, ya conocida la información, se siente un precedente y que los responsables paguen por lo hecho. Lo sé, estas líneas pueden tener ínfulas de ingenuidad, mas no puedo resignar a que, algún día, se cuente que hubo justicia después de todo. Un idealismo que, en estos tiempos de puro pragmatismo, parece estar desfasado. Una utopía. Una quimera que, ojalá, se viva para contarla.
Es claro, pues, que el caso de Majaz no es uno aislable. Esto viene a ser una figura repetida: hechos que quedan archivados y empapelados por la burocracia judicial. La imposición de trasnacionales que negocian directamente con el gobierno (!libre mercado rules!) no es gratuita. Fujimori y la Constitución de 1993, padre e hijo respectivamente, dejaron su legado. Como para seguir con nuestros infortunios del ser peruano.
Al menos, Yehude Simon parece haber dado el primer paso: "Las fuerzas policiales, los empresarios y los trabajadores ni nadie podrán hacer uso de la fuerza para imponer sus ideas o imponer lo que uno cree". El primer ministro ha pedido celeridad en las investigaciones y el consecuente informe.
En medio de tanto faenón e investigaciones sobre audios chuponeados por la Marina, un suceso como este no puede pasarse por agua tibia. Mucho menos olvidarse. Aunque la realidad nos vuelque en medio de tanto palabreo (Frontón, Cayara, Barrios Altos, La Cantuta, entre muchísimos otros) veremos pues, si ahora, las autoridades ponen las barbas en remojo. Al menos eso.
En medio de tanto faenón e investigaciones sobre audios chuponeados por la Marina, un suceso como este no puede pasarse por agua tibia. Mucho menos olvidarse. Aunque la realidad nos vuelque en medio de tanto palabreo (Frontón, Cayara, Barrios Altos, La Cantuta, entre muchísimos otros) veremos pues, si ahora, las autoridades ponen las barbas en remojo. Al menos eso.
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