Así pues, con esa unilateral manera de gobernar, García deja esta mitad de año como gran pasivo la falta de diálogo con las comunidades del interior del país. Consecuencia de ello: lo sucedido en Bagua que, hasta el día de hoy, se burocratiza más y más el establecimiento de una mesa de diálogo y una investigación imparcial que nos aclare las verdaderas responsabilidades de las muertes ocurridas.
La formación de una comisión investigadora, cual CVR, resulta más que un reto para este gobierno, si es que quiere cambiar su imagen en lo que queda de su mandato; y teniendo en cuenta, lo dicho por el mismo García que este sería su último gabinete ministerial. Ya por los nombres, la confianza no alcanza niveles óptimos: la insistencia por Meche Aráoz y Antonio Brack, dos ministros que insistieron a capa y espada la no derogatoria de los benditos decretos 1090 Y 1064, habla pues de un cambio solo en la forma, mas no en el fondo, del gobierno. El resto del gabinete- por mencionar solo a los apristas de bancada- entre ellos Javier Velásquez Quesquén (premier), Aurelio Pastor (Justicia), además de Cornejo (Transportes y Comunicaciones), Nidia Vílchez (Mujer y Desarrollo Social), le da a García ese margen de confianza para que haga y deshaga lo que se le venga en gana. La diferencia está en que, ahora, hay un escenario más comprometedor: post Bagua. En consecuencia, la soberbia y el egocentrismo de García tendrán que verse reducidos tanto por la ciudadanía como por las organizaciones de derechos humanos que vigilarán cómo se desarrolla el tan postergado diálogo del gobierno con las comunidades nativas.
Otro escepticismo que se tiene ante una posible comisión investigadora es la eficacia de esta misma. Digamos, la labor de la CVR fue encomiable pero la idea de los derechos humanos en el país no tiene mucho arraigo popular y, por el contrario, se podría decir que sufre una polarización en torno al tema. El discurso ortodoxo de la derecha suena a ritmo de Cipriani: "Los derechos humanos son una cojudez" y entra muy al compás de García. Recordemos, pues, que la formación del Museo de la Memoria se debió a la reunión de Mario Vargas Llosa -intelectual de derechas- con García en Palacio. Una lamentable realidad que muestra el estado casi convaleciente de los derechos humanos y el respeto que se tiene por los demás en el Perú.
Así pues, estaremos atentos a ver qué sucede con esta investigación en torno a los sucesos ocurridos en Bagua. Eso y dialogar con otras comunidades casi no contactadas por un Estado, caracterizado históricamente por la ineficiencia en políticas integradoras- será el verdadero reto.
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